El artista pobre vs el artista rico. La exhibición con los trabajos de grado

La exhibición de grado implica algo muy propio del mundo del arte. La idea del público y que el arte sólo funciona en comunicación con un público. Mientras muchas graduaciones de profesionales ocurren silenciosas, (aún no he sido invitado a ver qué médico puede hacer mejores suturas después de su graduación en medicina), la de los artistas no.

Jorge Sanguino art market

Por Jorge Sanguino

En esta tercera entrega quiero inspeccionar la correlación entre la educación universitaria de los artistas y del mercado del arte, y cómo ellas se vinculan para la continuación del régimen estético. Ya hemos visto como el sistema del arte, en gran parte, se sostiene aplicando métodos expropiativos que hemos asemejado a la piramide de Ponzi, y como además, la inclusión mediada ha jugado un rol importante para mantener la dinámica que la pirámide necesita para su conservación.

Sí hay un evento que define el rol de la educación del artista en el sistema universitario actual es la entrega de tesis, thesis exhibition en USA, graduated show, final degree show en el Reino Unido, o Meisterschueler Rundgang en alemán. Me refiero a la exhibición con los trabajos de grado de los estudiantes que tiene un carácter público y abierto. En esos días las universidades abren sus puertas al público especializado y no especializado para que puedan juzgar, admirar, y hasta comprar los trabajos de los estudiantes.

La exhibición de grado implica algo muy propio del mundo del arte. La idea del público y que el arte sólo funciona en comunicación con un público. Mientras muchas graduaciones de profesionales ocurren silenciosas, (aún no he sido invitado a ver qué médico puede hacer mejores suturas después de su graduación en medicina), la de los artistas no. Que no exista la graduación en silencio, que sea necesario un público hace patente el desarrollo de la recepción de arte en el mundo occidental. Dicho de manera breve, la idea de un público como agente que aprecie y juzgue las obras de arte es relativamente nueva, y como lo ha mostrado el trabajo de Thomas Crow1, surge en Francia en el Siglo XVII: El público aparece en el momento de transición entre arte exclusivo para la monarquía y la iglesia hacía un arte para la burguesía. El público, y esto es muy interesante, surge en la disputa entre la academia de arte o la escuela de oficios buscando la legitimidad en ser el ente más adecuado para instruir artistas.

Digamos que apenas tenemos menos de 300 años con la noción de público para el mundo del arte. Sin embargo, éste define muchos de los criterios estéticos actuales. El público virtual del instagram crea artistas, así como le da una validez a las exhibiciones y al comercio. Pero esto lo desarrollaremos más adelante.

Ahora bien, dentro del público más deseable para la exhibición de tesis, está por supuesto, aquel que sea especializado dentro del mundo del arte. El curador (famoso), el coleccionista (famoso), el galerista (famoso), la prensa (famosa). La visita de ellos a la exhibición va más allá de dar la bienvenida a los futuros artistas. La visita a la exhibición también está motivada por la ventaja que supone descubrir ese talento apenas ha egresado, ya sea para producir las primeras exhibiciones y decir, “lo descubrí yo”, una forma posesiva bastante perversa. Más por la cohesión entre las muestras de grado y el comercio del arte, todos desean tener la oportunidad de haber comprado al artista del futuro a un precio barato. Este deseo es notable. Grandes coleccionistas ofrecen apenas pagar el 50% de valor de la obra al artista durante su exhibición de grado, siguiendo como bien lo sabemos, la lógica de Ponzi. Entrar rápido a la pirámide con menor inversión y salir con los bolsillos llenos.

Hasta los años ochenta del siglo pasado los artistas no eran “descubiertos”, ni tampoco adquiridos ni reclutados. El proceso de formación de artista implicaba una comunidad con otros colegas construida sobre la exploración de procesos estéticos similares. En algunos casos, se trataban de reacciones al status quo. En los últimos años, por el contrario, el sistema del arte ya no busca esos logros comunitarios, ni las investigaciones y propuestas estéticas originadas en el constante intercambio. Al sistema del arte le interesan “talentos”, es decir, individuos. Y esos individuos talentosos se hallan rápido y de manera novedosa en las academias de arte y dentro de las universidades.

Lo que quiero señalar no es la falta de solidaridad dentro de la comunidad artística, sino la recurrente dislocación entre el artista como miembro y actor de un tejido social vs el artista como individuo y talento, siendo éste último la definición de artista que viene a ser enfatizada y aceptada como la más idónea para la estabilidad del régimen del arte.

Es difícil encontrar en los nuevos “talentos” una práctica estética compartida por otros. Compartir no como mimesis, sino como investigación, como camino de vida, como parte de un interés mancomunado.

Hasta hace algunos años era posible hablar de escuelas, y no en el sentido de una institución física, sino como un término para definir una colectividad de artistas en búsqueda y en investigación. Sin embargo, la imposibilidad de hablar hoy de una escuela debe significar algo. Implica que la formación del artista y el futuro laboral del artista se ha entregado a un ente externo: a una institución física que corporiza los ordenes de transacción económica y de poder dentro del sistema del arte. Sin embargo, no hay que ser nostálgico por la noción de escuela. La famosa “escuela de Leipzig” fue acuñada artificialmente para calmar (vender y distribuir) de manera efectiva al voyeurismo del público (coleccionistas y curadores) norteamericano que quería saber que había pasado detrás del muro de Berlín. Dentro del arte persiste la misma lógica oportunista que se originó frente a la caída de la cortina de hierro: comprar empresas por 100 dólares, tener favores sexuales a cambio de una barra de chocolate y comprar arte barato.

Las universidades y las academias de arte más apetecidas son aquellas que son más exitosas en atraer al público más especializado (más adinerado y con más poder) a la exhibición de grado dispuestos a descubrir “talentos”. Mientras una característica humana es migrar hacia los centros de acopio de saberes y capital humano, el compartir el tiempo y el mismo espacio en la búsqueda de un aprendizaje así como de oportunidades, esto implica un proceso y una negociación. En pocas palabras, implica crear una escuela. En cambio, las exhibiciones de grado de las universidades prestigiosas ofrecen de manera expedita la reducción del tiempo que implica esa negociación. Las únicas condiciones es el pago de una matricula y asumir los costos de vida de las ciudades y regiones costosas.

Ya hemos visto que el incremento de los costos universitarios es la primera barrera para muchos estudiantes de arte, añadamos los costos de vida propios de estas regiones, y poco a poco tenemos una imagen en la que el mundo se distribuye entre los artistas ricos, “descubiertos” y “talentosos” en el primer momento, y una gran cantidad de artistas pobres, viviendo en diversas regiones del mundo, que difícilmente serán “descubiertos”. Yo aún no he visto las grandes efigies del mundo del arte visitando la exhibición de grado de los estudiantes de arte de una ciudad intermedia en Latinoamérica, ni siquiera de Europa. La mayoría del tiempo están en la Royal College de London, Yale, Staedel, Beaux Arts, Glasgow, Rijks Akademie, Dusseldorf, etc. (Tal vez me equivoque. Pero la última noción de Hans Ullrich Obrist sobre Colombia fue viajando en el yate de la heredera de la Thyssen, visitando y conversando con los artistas establecidos.)

Se ha creado un elitismo universitario para la educación de artes, que ya ni siquiera tiene que ver con la calidad de la educación ofrecida, sino con el tenor de plataforma de visualización que esa determinada escuela puede ofrecer en el momento de la graduación. En los últimos años, escuelas como la Beaux-Arts de Paris, el Royal College crean shows para el público especializado. Curadores externos hacen una exhibición, seleccionando entre el grupo de estudiantes las obras que van a presentar2. El traspaso entre la academia de arte y el mundo comercial está garantizado por el número de shows que las galerías hacen apenas ha terminado la exhibición de graduación, y que lo presentan como una selección más exclusiva y comercial de la exhibición final. Es maravilloso que los artistas jóvenes encuentren opciones terminada la escuela, pero crea un desbalance en la visualización entre los estudiantes de arte de otras escuelas de arte menos conocidas, menos apetitosas, y que habitan otras ciudades intermedias, tanto en Europa, en Latinoamerica, y en otros continentes.

¿Pero qué “talentos” “descubre” el público especializado que asiste a las exhibiciones de grado? Un amigo compositor, me explicaba que el oído es un órgano bastante plástico. Se adapta y considera como agradable algún sonido (no ruido) que ha escuchado constantemente: el fenómeno plástico del oído podemos aplicarlo al arte. Es la mirada construida desde determinada clase social, que considera como talentoso todo aquello que repite y distribuye lo que ha considerado como antemano “artístico”. Ya sabemos que lo “artístico” es de cierta manera un gesto formal, en los que los contenidos a veces son producto de la expropiación de contenidos sociales de las clases menos favorecidas. (lucha de clases, migración, problemas en la igualdad de género, etc). En pocas palabras, el público de las exhibiciones de grado busca lo que es ya está definido como de moda.

Lo “artístico” sin embargo, es predeterminado por las iteraciones entre los medios sociales, y los juicios “estéticos” otorgados por los coleccionistas, que son a veces los miembros del comité de los museos e instituciones, y los curadores, todos ellos fungiendo como “gate keepers” y como tesoreros de sus propios intereses económicos. Una artista del Royal College de Londres a la que le hayan facilitado el acceso a lo “artístico”, que haya desarrollado una intuición por la moda “artística”, será premiada por los “gate keepers”, sin importar si su obra expropie contenidos sociales de clases desfavorecidas. Ella será, y es la artista rica. Los artistas pobres, son la gran mayoría.


Notas

1 Painters and Public Life in Eighteenth-Century Paris (1985)

2 https://beauxartsparis.fr/en/actualite/crush-0

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